Santo Rosario rezado con Juan Pablo II
El Santo Rosario con Juan Pablo II en una aplicación (App) para teléfonos móviles o celulares Iphone, Android o tableta Ipad.
Rece el Rosario en castellano acompañado del Santo Padre Juan Pablo II. La voz de Juan Pablo II le acompañará a lo largo de la oración, con los misterios organizados por días. Contiene una síntesis de los Misterios y textos de la Carta Apostólica de Juan Pablo II Rosarium Virginis Mariae.
El Rosario rezado con Juan Pablo II se puede descargar en teléfonos móviles o celulares con Android; Iphone o Ipad. Este útil y práctico Rosario con la voz de Juan pablo II se descarga directamente desde el teléfono móvil/celular o desde la página Rosario con Juan Pablo II para Android ó la página Rosario con Juan Pablo II para Iphone o Ipad.
El Rosario rezado por Juan Pablo II irá con Ud. allá donde esté, y podrá rezar con el Santo Padre en el momento que desee.
La aplicación le permite volver al misterio donde dejó sus oraciones en caso de que se vea obligado a detenerse.
Indica el día en que nos encontramos y señala el Misterio correspondiente. Directamente le llevará al Misterio del día o si lo prefiere puede seleccionar otros Misterios.
Incluye los Misterios Luminosos, incorporados por el Santo Padre Beato Juan Pablo II en 2003.
Contiene imágenes que acompañan y guían la interpretación y meditación sobre cada Misterio.
También podrá formar parte de nuestra comunidad Rosario con Juan Pablo II en Facebook (Rosario con Juan Pablo II) y Twitter (Rosario JuanPablo II) y compartir sus oraciones y experiencias con los demás usuarios de ésta aplicación.
Descargue esta hermosa y útil aplicación en su teléfono móvil / celular y podrá llevar siempre y rezar en cualquier momento el Rosario con Juan Pablo II.
Lleve siempre esta original forma de rezar el Rosario con Juan Pablo II en su móvil / celular y en su corazón.
Rosario con Juan Pablo II
El Rosario con Juan Pablo II es una aplicación (App) para teléfonos móviles o celulares Android, Iphone o Ipad. Permite rezar el Rosario con la voz del Papa Juan Pablo II en castellano y escuchar sus comentarios a los 20 Misterios. Está hermosamente ilustrada y organiza automaticamente los Misterios por día de la semana, o permite seleccionar manualmente los Misterios que se quieran rezar.
lunes, 9 de junio de 2014
miércoles, 4 de septiembre de 2013
El Rosario, oración por la Paz
El Santo Rosario, oración por la paz.
El Santo Rosario es el instrumento más poderoso que tenemos
los católicos para rezar por la paz. Es la oración más recomendada por los Santos,
Papas y por la Virgen María para orar y hacer peticiones por la paz.
En su Carta Apostólica Rosarium Virginis Mariae, el Papa
Juan Pablo II propone el rezo del Santo Rosario como “Oración por la paz”,
porque no se puede rezar el Rosario sin sentirse implicado en el servicio de la
paz:
El Santo Rosario: Oración por la paz y por la familia
"Algunas circunstancias históricas ayudan a dar un nuevo impulso a la
propagación del Rosario. Ante todo, la urgencia de implorar de Dios el don de la paz. El Rosario ha sido
propuesto muchas veces por mis Predecesores y por mí mismo como oración por la paz. Al inicio
de un milenio que se ha abierto con las horrorosas escenas del atentado del 11
de septiembre de 2001 y que ve cada día en muchas partes del mundo nuevos
episodios de sangre y violencia, promover el Rosario significa sumirse en la
contemplación del misterio de Aquél que «es nuestra paz: el que de los dos
pueblos hizo uno, derribando el muro que los separaba, la enemistad» (Ef 2, 14). No se puede, pues,
recitar el Rosario sin sentirse implicados en un compromiso concreto de servir
a la paz, con una particular atención a la tierra de Jesús, aún ahora tan
atormentada y tan querida por el corazón cristiano".
Juan Pablo II - Carta Apostólica Rosarium Virginis Mariae
Innumerables veces,
el beato Juan Pablo II ha insistido sobre la importancia de rezar el Santo
Rosario como oración para la paz, tanto en sus homilías como en el Ángelus o en
cartas apostólicas. Por ejemplo el 30 de septiembre de 2001, luego del atentado
terrorista del 11 de septiembre, expresó este pedido:
"En el contexto
internacional actual, invito a todos --personas, familias, comunidades-- a
rezar el Rosario, si es posible todos los días por la paz, para que el mundo
sea preservado del inicuo flagelo del terror".
Y también durante el Ángelus del 26 de octubre de 1997 el Papa
dijo:
“¡Cuántas veces, a lo largo de la historia,
la Iglesia ha recurrido a esta oración, especialmente en los momentos de
particular dificultad! El Santo Rosario ha sido instrumento privilegiado para
evitar el peligro de la guerra y obtener de Dios el don de la paz. La Virgen,
al aparecerse en Fátima a los tres pastorcitos, hace ya ochenta años, ¿no pidió
el rezo del rosario por la conversión de los pecadores y la paz en el mundo?”
La Virgen de Fátima en todas sus apariciones a los
pastorcillos ha pedido que se rece el Santo Rosario. En su primera aparición,
el 13 de Mayo de 1917, la Virgen se hace llamar “La Señora del Rosario” y le dice a los tres pastorcillos:
-“Recen el Rosario cada día para obtener la paz en el mundo y el fin de la guerra“
-“Recen el Rosario cada día para obtener la paz en el mundo y el fin de la guerra“
Y en su tercera
aparición la Virgen también dice:
-“Yo quiero que
continúes rezando el Rosario cada día, en honor de Nuestra Señora del Rosario,
para obtener la paz en el mundo y el fin de la guerra, porque sólo Ella puede
ayudarte“
Y en su aparición el 13 de julio de 1917, la
Virgen del Rosario de Fátima dijo:
"Es necesario rezar el rosario para que se termine la guerra. Con
la oración a la Virgen se puede obtener la paz. Cuando sufran algo digan: ‘Oh
Jesús, es por tu amor y por la conversión de los pecadores”.
Las apariciones de
la Virgen de Fátima suceden durante la 1ra Guerra Mundial, que finaliza seis
meses después de éstas apariciones. De los pedidos de la Virgen para que se rece
el Rosario por la paz se puede deducir
que el rezo del Rosario alcanza de Dios el don de la paz y ésta se hace pronto
realidad entre los hombres.
Ahora, y ante los
conflictos que se presentan en Medio Oriente, el Papa Francisco, que ha concluido
el mes de María rezando el Rosario en la Plaza de San Pedro, nos pide que recemos y ayunemos por la paz.
Durante el Ángelus
en la Plaza de San Pedro, ante miles de fieles, ha convocado a una jornada de
ayuno y oración por la paz:
"Hoy, queridos hermanos y hermanas, quisiera hacerme intérprete del
grito que, con creciente angustia, se levanta en todas las partes de la tierra,
en todos los pueblos, en cada corazón, en la única gran familia que es la
humanidad: ¡el grito de la paz! Es el grito que dice con fuerza: Queremos un mundo
de paz, queremos ser hombres y mujeres de paz, queremos que en nuestra
sociedad, desgarrada por divisiones y conflictos, estalle la paz; ¡nunca más la
guerra! ¡Nunca más la guerra! La paz es un don demasiado precioso, que tiene
que ser promovido y tutelado".
Y más adelante ha dicho:
"Por esto, hermanos y hermanas, he decidido convocar en toda la Iglesia,
el próximo 7 de septiembre, víspera de la Natividad de María, Reina de la Paz,
una jornada de ayuno y de oración por la paz en Siria, en Oriente Medio y en el
mundo entero, y también invito a unirse a esta iniciativa, de la manera que consideren
más oportuno, a los hermanos cristianos no católicos, a los que pertenecen a
otras religiones y a los hombres de buena voluntad".
Los Papas y los Santos han tenido una profunda devoción a esta
forma de oración que es el Santo Rosario. Como católicos y como amantes de la Virgen
Reina de la Paz hemos de ser fervientes devotos del Rosario.
Que la oración
piadosa y consciente del Santo Rosario nos traiga la paz al alma y al mundo y
nos una estrechamente a María para vivir
auténticamente nuestro cristianismo.
El Santo Rosario rezado con Juan Pablo II
Rosario con Juan Pablo II es una aplicación (App) que permite rezar el Santo Rosario guiado por la voz de Juan Pablo II en castellano. Al descargar la aplicación en el móvil o celular, posibilita rezar con Juan Pablo II a cualquier hora del día y en cualquier lugar.
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La aplicación está bellamente ilustrada y señala los Misterios automáticamente según los días de la semana, con comentarios de Juan Pablo II sobre cada Misterio.
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domingo, 1 de septiembre de 2013
Papa Francisco: Ángelus 1º de Septiembre de 2013
PAPA FRANCISCO
ÁNGELUS
Plaza de San Pedro
Domingo, 1 de septiembre de 2013
Domingo, 1 de septiembre de 2013
Queridos hermanos y hermanas: Buenos días.
Hoy, queridos hermanos y hermanas, quisiera hacerme intérprete del grito que, con creciente angustia, se levanta en todas las partes de la tierra, en todos los pueblos, en cada corazón, en la única gran familia que es la humanidad: ¡el grito de la paz! Es el grito que dice con fuerza: Queremos un mundo de paz, queremos ser hombres y mujeres de paz, queremos que en nuestra sociedad, desgarrada por divisiones y conflictos, estalle la paz; ¡nunca más la guerra! ¡Nunca más la guerra! La paz es un don demasiado precioso, que tiene que ser promovido y tutelado.
Vivo con particular sufrimiento y preocupación las numerosas situaciones de conflicto que hay en nuestra tierra, pero, en estos días, mi corazón está profundamente herido por lo que está sucediendo en Siria y angustiado por la dramática evolución que se está produciendo.
Hago un fuerte llamamiento a la paz, un llamamiento que nace de lo más profundo de mí mismo. ¡Cuánto sufrimiento, cuánta destrucción, cuánto dolor ha ocasionado y ocasiona el uso de las armas en este atormentado país, especialmente entre la población civil inerme! Pensemos: cuántos niños no podrán ver la luz del futuro. Condeno con especial firmezael uso de las armas químicas. Les digo que todavía tengo fijas en la mente y en el corazón las terribles imágenes de los días pasados. Hay un juicio de Dios y también un juicio de la historia sobre nuestras acciones, del que no se puede escapar. El uso de la violencia nunca trae la paz. ¡La guerra llama a la guerra, la violencia llama a la violencia!
Con todas mis fuerzas, pido a las partes en conflicto que escuchen la voz de su conciencia, que no se cierren en sus propios intereses, sino que vean al otro como a un hermano y que emprendan con valentía y decisión el camino del encuentro y de la negociación, superando la ciega confrontación. Con la misma fuerza, exhorto también a la Comunidad Internacional a hacer todo esfuerzo posible para promover, sin más dilación, iniciativas claras a favor de la paz en aquella nación, basadas en el diálogo y la negociación, por el bien de toda la población de Siria.
Que no se ahorre ningún esfuerzo para garantizar asistencia humanitaria a las víctimas de este terrible conflicto, en particular a los desplazados en el país y a los numerosos refugiados en los países vecinos. Que los trabajadores humanitarios, dedicados a aliviar los sufrimientos de la población, tengan asegurada la posibilidad de prestar la ayuda necesaria.
¿Qué podemos hacer nosotros por la paz en el mundo? Como decía el Papa Juan XXIII, a todos corresponde la tarea de establecer un nuevo sistema de relaciones de convivencia basadas en la justicia y en el amor (cf. Pacem in terris [11 abril 1963]: AAS 55 [1963], 301-302).
¡Que una cadena de compromiso por la paz una a todos los hombres y mujeres de buena voluntad! Es una fuerte y urgente invitación que dirijo a toda la Iglesia Católica, pero que hago extensiva a todos los cristianos de otras confesiones, a los hombres y mujeres de las diversas religiones y también a aquellos hermanos y hermanas no creyentes: la paz es un bien que supera cualquier barrera, porque es un bien de toda la humanidad.
Lo repito alto y fuerte: no es la cultura de la confrontación, la cultura del conflicto, la que construye la convivencia en los pueblos y entre los pueblos, sino ésta: la cultura del encuentro, la cultura del diálogo; éste es el único camino para la paz.
Que el grito de la paz se alce con fuerza para que llegue al corazón de todos y todos depongan las armas y se dejen guiar por el deseo de paz.
Por esto, hermanos y hermanas, he decidido convocar en toda la Iglesia, el próximo 7 de septiembre, víspera de la Natividad de María, Reina de la Paz, una jornada de ayuno y de oración por la paz en Siria, en Oriente Medio y en el mundo entero, y también invito a unirse a esta iniciativa, de la manera que consideren más oportuno, a los hermanos cristianos no católicos, a los que pertenecen a otras religiones y a los hombres de buena voluntad.
El 7 de septiembre en la Plaza de San Pedro, aquí, desde las 19.00 a las 24.00 horas, nos reuniremos en oración y en espíritu de penitencia para implorar de Dios este gran don para la amada nación siria y para todas las situaciones de conflicto y de violencia en el mundo. La humanidad tiene necesidad de ver gestos de paz y de oír palabras de esperanza y de paz. Pido a todas las Iglesias particulares que, además de vivir esta jornada de ayuno, organicen algún acto litúrgico por esta intención.
Pidamos a María que nos ayude a responder a la violencia, al conflicto y a la guerra, con la fuerza del diálogo, de la reconciliación y del amor. Ella es Madre. Que Ella nos ayude a encontrar la paz. Todos nosotros somos sus hijos. Ayúdanos, María, a superar este difícil momento y a comprometernos, todos los días y en todos los ambientes, en la construcción de una auténtica cultura del encuentro y de la paz. María, Reina de la Paz, ruega por nosotros.
© Copyright - Libreria Editrice Vaticana
El Santo Rosario rezado con Juan Pablo II
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sábado, 17 de agosto de 2013
El Papa Francisco y el Rosario
Mensaje del Papa Francisco a los peregrinos en el día de la Asunción de la Virgen María
Castelgandolfo, 15 de Agosto de 2013
El Papa Francisco, delante de 12.000 peregrinos que se acercaron a la residencia de
Castelgandolfo, luego de la misa por la Solemnidad de la Asunción de la Virgen
María, habló sobre el rezo del Santo Rosario:
“A la luz de esta bellísima imagen de nuestra Madre, podemos
considerar el mensaje contenido en las lecturas bíblicas que acabamos de oír.
Nos podemos concentrar en tres palabras claves: Lucha, resurrección y
esperanza".
A las puertas de la Residencia de Castelgandolfo, y luego de la Misa por la Asunción de la Virgen María, dijo a los peregrinos:
A las puertas de la Residencia de Castelgandolfo, y luego de la Misa por la Asunción de la Virgen María, dijo a los peregrinos:
"María nos acompaña, lucha con nosotros, sostiene a los
cristianos en el combate contra las fuerzas del mal. El rezar con María, en
particular el Rosario, han escuchado bien, el ROSARIO, ¿Ustedes rezan el Rosario
todos los días? Ah! No lo saben! ¿Están seguros? Así debe ser!"
Y terminó su homilía sobre la Asunción de María:
"De nuestra Madre también podemos decir que es nuestra
representante, es nuestra Hermana, nuestra Primera Hermana redimida que ha sido
llevada al Cielo”.
Castelgandolfo, 15 de agosto de 2013.
Castelgandolfo, 15 de agosto de 2013.
El Santo Rosario rezado con Juan Pablo II
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jueves, 15 de agosto de 2013
Asunción de la Virgen María. Homilía de Juan Pablo II
SOLEMNIDAD DE LA ASUNCIÓN DE LA VIRGEN MARÍA
HOMILÍA DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II
Parroquia de Castelgandolfo
Viernes 15 de agosto de 1980
¡La Asunción de María! ¡Alegrémonos todos en el Señor! (Antífona de entrada).
1. Con estas palabras de la liturgia eucarística de hoy, saludo a la parroquia de Castelgandolfo, dentro de cuyos confines transcurro los días del verano, lejos en cierto modo de mi cotidiana mesa de trabajo de Roma y, al mismo tiempo, en continuo contacto con ella. En esta ocasión, deseo dar las gracias, una vez más, a todos los habitantes de Castelgandolfo: los Pastores de almas, los parroquianos y, también, los visitantes que vienen aquí a vernos durante las vacaciones; deseo dar las gracias por la mucha cordialidad y comprensión que se me demuestra en este período. Yo también me siento cordialmente ligado a vuestra comunidad y hoy quiero dar testimonio de ello, aprovechando la circunstancia de esta vuestra fiesta que es, al mismo tiempo, una gran solemnidad de toda la Iglesia. Vengo, por tanto, para tributar —en la celebración del Santísimo Sacrificio entre vosotros— una especial veneración al misterio de la Asunción de la Madre de Dios; misterio tan querido del corazón de todo cristiano, tan "a larga distancia" y, al mismo tiempo, tan Heno de promesas, tan capaz de estimular nuestros corazones a la esperanza.
2. Verdaderamente, resultaría difícil encontrar un momento en que María hubiera podido pronunciar con mayor arrebato las palabras pronunciadas una vez después de la Anunciación, cuando, hecha Madre virginal del Hijo de Dios, visitó la casa de Zacarías para atender a Isabel:
"Mi alma engrandece al Señor... / porque ha hecho en mí maravillas el Poderoso, / cuyo nombre es santo" (Lc 46, 49). (Magnificat)
Si estas palabras tuvieron su motivo, pleno y superabundante, sobre la boca de María cuando Ella, Inmaculada, se convirtió en Madre del Verbo Eterno, hoy alcanzan la cumbre definitiva. María que, gracias a su fe (realzada por Isabel) entró en aquel momento, todavía bajo el velo del misterio, en el tabernáculo de la Santísima Trinidad, hoy entra en la Morada eterna, en plena intimidad con el Padre, con el Hijo y con el Espíritu Santo, en la visión beatífica, "cara a cara". Y esa visión, como inagotable fuente del amor perfecto, colma todo su ser con la plenitud de la gloria y de la felicidad. Así, pues, la Asunción es, al mismo tiempo, el "coronamiento" de toda la vida de María, de su vocación única, entre todos los miembros de la humanidad, para ser la Madre de Dios. Es el "coronamiento" de la fe que Ella, "llena de gracia", demostró durante la Anunciación y que Isabel, su pariente, subrayó y exaltó durante la Visitación.
Verdaderamente podemos repetir hoy, siguiendo el Apocalipsis: «Se abrió el templo de Dios que está en el cielo, y dejose ver el arca del Testamento en su templo... Oí una gran voz en el cielo que decía: "Ahora llega la salvación, el poder, el reino de nuestro Dios y la autoridad de su Cristo"» (Ap 11, 19; 12, 10).
El Reino de Dios en Aquella que siempre deseó ser solamente "la esclava del Señor". La potencia de su Ungido, es decir, de Cristo, la potencia del amor que El trajo sobre la tierra como un fuego (cf. Le 12, 49); la potencia revelada en la glorificación de la que, mediante su "fíat", le hizo posible venir a esta tierra, hacerse hombre; la potencia revelada en la glorificación de la Inmaculada, en la glorificación de su propia Madre.
3. "Cristo ha resucitado de entre los muertos como primicias de los que duermen. Porque como por un hombre vino la muerte, también por un hombre vino la resurrección de los muertos. Pues así como en Adán mueren lodos, así también en Cristo serán todos vivificados. Pero cada uno en su propio rango; las primicias, Cristo; luego, los de Cristo, cuando El venga" (1 Cor 15, 20-23).
La Asunción de María es un especial don del Resucitado a su Madre. Si, en efecto, "los que son de Cristo", recibirán la vida "cuando El venga", he aquí que es justo y comprensible que esa participación en la victoria sobre la muerte sea experimentada en primer lugar por Ella, la Madre; Ella, que es "de Cristo", de modo más pleno, ya que, efectivamente, El pertenece a Ella, como el hijo a la madre. Y Ella pertenece a El; es, en modo especial, "de Cristo", porque fue amada y redimida de forma totalmente singular. La que, en su propia concepción humana, fue Inmaculada —es decir, libre de pecado, cuya consecuencia es la muerte—, por el mismo hecho, ¿no debía ser libre de la muerte, que es consecuencia del pecado? Esa "venida" de Cristo, de que habla el Apóstol en la segunda lectura de hoy, ¿no "debía" acaso cumplirse, en este único caso de modo excepcional, por decirlo así, "inmediatamente", es decir, en el momento de la conclusión de la vida terrestre? ¿Para Ella, repito, en la cual se había cumplido su primera "venida" en Nazaret y en la noche de Belén? De ahí que ese final de la vida que para todos los hombres es la muerte, en el caso de María la Tradición lo llama más bien dormición.
"Assumpta est María in caelum, gaudent Angelí! Et gaudet Ecclesia!"
4. Para nosotros la solemnidad de hoy es como una continuación de la Pascua; de la Resurrección y de la Ascensión del Señor. Y es, al mismo tiempo, el signo y la fuente de la esperanza de la vida eterna y de la futura resurrección. Acerca de ese signo leemos en el Apocalipsis de San Juan:
"Y fue vista en el cielo una señal grande: una mujer envuelta en el sol, y la luna debajo de sus pies, y sobre su cabeza una corona de doce estrellas" (Ap 12. 1).
Y aunque nuestra vida sobre la tierra se desarrolle, constantemente, en la tensión de esa lucha entre el Dragón y la Mujer, de que habla el mismo libro de la Santa Escritura; aunque estemos diariamente sometidos a la lucha entre el bien y el mal, en la que el hombre participa desde el pecado original —es decir, desde el día en que comió "del árbol del conocimiento del bien y del mal", como leemos en el libro del Génesis (2, 17; 3, 12)—; aunque esa lucha adquiera a veces formas peligrosas y espantosas, sin embargo, ese signo de la esperanza permanece y se renueva constantemente en la fe de la Iglesia.
Y la festividad de hoy nos permite mirar ese signo, el gran signo de la economía divina de la salvación, confiadamente y con alegría mucho mayor.
Nos permite esperar ese signo de victoria, de no sucumbir, en definitiva, al mal y al pecado, en espera del día en que todo será cumplido por Aquel que trajo la victoria sobre la muerte: el Hijo de María. Entonces El "entregará a Dios Padre el Reino, cuando haya destruido todo principado, toda potestad y todo poder" (1 Cor 15, 24) y pondrá todos los enemigos bajo sus pies y aniquilará, como último enemigo, a la muerte (cf. 1 Cor 15, 25).
Queridos hermanos y hermanas: ¡participemos con alegría en la Eucaristía de hoy! Recibamos con confianza el Cuerpo de Cristo, acordándonos de sus palabras: "El que come mi carne y bebe mi sangre tiene la vida eterna y yo le resucitaré en el último día" (Jn 6, 54).
Y veneremos hoy a la que dio a Cristo nuestro cuerpo humano: la Inmaculada y Asunta al cielo, ¡que es la Esposa del Espíritu Santo y nuestra Madre!
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HOMILÍA DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II
Parroquia de Castelgandolfo
Viernes 15 de agosto de 1980
¡La Asunción de María! ¡Alegrémonos todos en el Señor! (Antífona de entrada).
1. Con estas palabras de la liturgia eucarística de hoy, saludo a la parroquia de Castelgandolfo, dentro de cuyos confines transcurro los días del verano, lejos en cierto modo de mi cotidiana mesa de trabajo de Roma y, al mismo tiempo, en continuo contacto con ella. En esta ocasión, deseo dar las gracias, una vez más, a todos los habitantes de Castelgandolfo: los Pastores de almas, los parroquianos y, también, los visitantes que vienen aquí a vernos durante las vacaciones; deseo dar las gracias por la mucha cordialidad y comprensión que se me demuestra en este período. Yo también me siento cordialmente ligado a vuestra comunidad y hoy quiero dar testimonio de ello, aprovechando la circunstancia de esta vuestra fiesta que es, al mismo tiempo, una gran solemnidad de toda la Iglesia. Vengo, por tanto, para tributar —en la celebración del Santísimo Sacrificio entre vosotros— una especial veneración al misterio de la Asunción de la Madre de Dios; misterio tan querido del corazón de todo cristiano, tan "a larga distancia" y, al mismo tiempo, tan Heno de promesas, tan capaz de estimular nuestros corazones a la esperanza.
2. Verdaderamente, resultaría difícil encontrar un momento en que María hubiera podido pronunciar con mayor arrebato las palabras pronunciadas una vez después de la Anunciación, cuando, hecha Madre virginal del Hijo de Dios, visitó la casa de Zacarías para atender a Isabel:
"Mi alma engrandece al Señor... / porque ha hecho en mí maravillas el Poderoso, / cuyo nombre es santo" (Lc 46, 49). (Magnificat)
Si estas palabras tuvieron su motivo, pleno y superabundante, sobre la boca de María cuando Ella, Inmaculada, se convirtió en Madre del Verbo Eterno, hoy alcanzan la cumbre definitiva. María que, gracias a su fe (realzada por Isabel) entró en aquel momento, todavía bajo el velo del misterio, en el tabernáculo de la Santísima Trinidad, hoy entra en la Morada eterna, en plena intimidad con el Padre, con el Hijo y con el Espíritu Santo, en la visión beatífica, "cara a cara". Y esa visión, como inagotable fuente del amor perfecto, colma todo su ser con la plenitud de la gloria y de la felicidad. Así, pues, la Asunción es, al mismo tiempo, el "coronamiento" de toda la vida de María, de su vocación única, entre todos los miembros de la humanidad, para ser la Madre de Dios. Es el "coronamiento" de la fe que Ella, "llena de gracia", demostró durante la Anunciación y que Isabel, su pariente, subrayó y exaltó durante la Visitación.
Verdaderamente podemos repetir hoy, siguiendo el Apocalipsis: «Se abrió el templo de Dios que está en el cielo, y dejose ver el arca del Testamento en su templo... Oí una gran voz en el cielo que decía: "Ahora llega la salvación, el poder, el reino de nuestro Dios y la autoridad de su Cristo"» (Ap 11, 19; 12, 10).
El Reino de Dios en Aquella que siempre deseó ser solamente "la esclava del Señor". La potencia de su Ungido, es decir, de Cristo, la potencia del amor que El trajo sobre la tierra como un fuego (cf. Le 12, 49); la potencia revelada en la glorificación de la que, mediante su "fíat", le hizo posible venir a esta tierra, hacerse hombre; la potencia revelada en la glorificación de la Inmaculada, en la glorificación de su propia Madre.
3. "Cristo ha resucitado de entre los muertos como primicias de los que duermen. Porque como por un hombre vino la muerte, también por un hombre vino la resurrección de los muertos. Pues así como en Adán mueren lodos, así también en Cristo serán todos vivificados. Pero cada uno en su propio rango; las primicias, Cristo; luego, los de Cristo, cuando El venga" (1 Cor 15, 20-23).
La Asunción de María es un especial don del Resucitado a su Madre. Si, en efecto, "los que son de Cristo", recibirán la vida "cuando El venga", he aquí que es justo y comprensible que esa participación en la victoria sobre la muerte sea experimentada en primer lugar por Ella, la Madre; Ella, que es "de Cristo", de modo más pleno, ya que, efectivamente, El pertenece a Ella, como el hijo a la madre. Y Ella pertenece a El; es, en modo especial, "de Cristo", porque fue amada y redimida de forma totalmente singular. La que, en su propia concepción humana, fue Inmaculada —es decir, libre de pecado, cuya consecuencia es la muerte—, por el mismo hecho, ¿no debía ser libre de la muerte, que es consecuencia del pecado? Esa "venida" de Cristo, de que habla el Apóstol en la segunda lectura de hoy, ¿no "debía" acaso cumplirse, en este único caso de modo excepcional, por decirlo así, "inmediatamente", es decir, en el momento de la conclusión de la vida terrestre? ¿Para Ella, repito, en la cual se había cumplido su primera "venida" en Nazaret y en la noche de Belén? De ahí que ese final de la vida que para todos los hombres es la muerte, en el caso de María la Tradición lo llama más bien dormición.
"Assumpta est María in caelum, gaudent Angelí! Et gaudet Ecclesia!"
4. Para nosotros la solemnidad de hoy es como una continuación de la Pascua; de la Resurrección y de la Ascensión del Señor. Y es, al mismo tiempo, el signo y la fuente de la esperanza de la vida eterna y de la futura resurrección. Acerca de ese signo leemos en el Apocalipsis de San Juan:
"Y fue vista en el cielo una señal grande: una mujer envuelta en el sol, y la luna debajo de sus pies, y sobre su cabeza una corona de doce estrellas" (Ap 12. 1).
Y aunque nuestra vida sobre la tierra se desarrolle, constantemente, en la tensión de esa lucha entre el Dragón y la Mujer, de que habla el mismo libro de la Santa Escritura; aunque estemos diariamente sometidos a la lucha entre el bien y el mal, en la que el hombre participa desde el pecado original —es decir, desde el día en que comió "del árbol del conocimiento del bien y del mal", como leemos en el libro del Génesis (2, 17; 3, 12)—; aunque esa lucha adquiera a veces formas peligrosas y espantosas, sin embargo, ese signo de la esperanza permanece y se renueva constantemente en la fe de la Iglesia.
Y la festividad de hoy nos permite mirar ese signo, el gran signo de la economía divina de la salvación, confiadamente y con alegría mucho mayor.
Nos permite esperar ese signo de victoria, de no sucumbir, en definitiva, al mal y al pecado, en espera del día en que todo será cumplido por Aquel que trajo la victoria sobre la muerte: el Hijo de María. Entonces El "entregará a Dios Padre el Reino, cuando haya destruido todo principado, toda potestad y todo poder" (1 Cor 15, 24) y pondrá todos los enemigos bajo sus pies y aniquilará, como último enemigo, a la muerte (cf. 1 Cor 15, 25).
Queridos hermanos y hermanas: ¡participemos con alegría en la Eucaristía de hoy! Recibamos con confianza el Cuerpo de Cristo, acordándonos de sus palabras: "El que come mi carne y bebe mi sangre tiene la vida eterna y yo le resucitaré en el último día" (Jn 6, 54).
Y veneremos hoy a la que dio a Cristo nuestro cuerpo humano: la Inmaculada y Asunta al cielo, ¡que es la Esposa del Espíritu Santo y nuestra Madre!
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Rosario con Juan Pablo II es una aplicación (App) que permite rezar el Santo Rosario guiado por la voz de Juan Pablo II en castellano. Al descargar la aplicación en el móvil o celular, posibilita rezar con Juan Pablo II a cualquier hora del día y en cualquier lugar.
La aplicación está bellamente ilustrada y señala los Misterios automáticamente según los días de la semana, con comentarios de Juan Pablo II sobre cada Misterio.
Se puede descargar directamente desde terminales Iphone, Ipad, Ipod o Android. O también desde las páginas Rosario con Juan Pablo II para Iphone o Rosario con Juan Pablo II para Android.
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domingo, 11 de agosto de 2013
Los Milagros de Juan Pablo II
Los 2 Milagros que convertirán en Santo a Juan Pablo II
El Camino de la Santidad
El camino hacia la santidad tiene varios escalones: el primero es ser Venerable Siervo de Dios, el segundo Beato y el tercero Santo.
El camino hacia la santidad tiene varios escalones: el primero es ser Venerable Siervo de Dios, el segundo Beato y el tercero Santo.
Venerable Siervo de Dios es el título que se da a una persona muerta a la que se reconoce haber vivido las virtudes de manera heroica. Para que un venerable sea beatificado es necesario que se haya producido un milagro debido a su intercesión y para que sea canonizado (Santo) es necesario un segundo milagro. Ese segundo milagro debe ocurrir después de ser proclamado beato.
El primer milagro de Karol Wojtyla confirmado por la Congregación de la Causa de los Santos fue el de la hermana francesa Marie Simon-Pierre, con el que se inició el tramo final de su proceso de canonización: Fue elegido entre más de 200 supuestos milagros presentados, presuntamente ocurridos por intercesión del pontífice y llevó a la beatificación de Juan Pablo II.
El primer milagro de Karol Wojtyla confirmado por la Congregación de la Causa de los Santos fue el de la hermana francesa Marie Simon-Pierre, con el que se inició el tramo final de su proceso de canonización: Fue elegido entre más de 200 supuestos milagros presentados, presuntamente ocurridos por intercesión del pontífice y llevó a la beatificación de Juan Pablo II.
La monja Marie Simon-Pierre de 49 años se curó de un día para el otro del mal de Parkinson que la aquejaba y que ya le afectaba la motricidad básica y le impedía realizar tareas como caminar, conducir o escribir.
Asegura que fue producto de sus oraciones destinadas a Juan Pablo II, así como las de sus compañeras del convento en la Congregación de las Pequeñas Hermanas de las Maternidades Católica. Juan Pablo II también había sufrido en la etapa final de su vida por la misma enfermedad degenerativa.
Los síntomas de la religiosa aumentaron por la misma fecha en que ocurrió la muerte de Karol Wojtyla y en junio de 2005, la monja pidió apartarse de sus tareas, pero su superiora le dijo que continuara con su vida y escribiera en un trozo de papel las palabras "Juan Pablo II". Según relató Simon-Pierre a la prensa, una mañana se levantó "completamente transformada" y convencida de estar "completamente curada".
Sus médicos nunca pudieron explicar el caso y se cuestionó si el diagnóstico original había sido el correcto. Pero el caso fue analizado por un comité de médicos que verificó para el Vaticano tanto el diagnóstico como la curación.
Milagro y rezo en Costa Rica
El más reciente de los milagros, tal como los consideran las autoridades eclesiásticas, lo protagonizó una mujer de América Latina: La costarricense Floribeth Mora, que ingresó en un hospital de Costa Rica con un aneurisma cerebral grave en mayo de 2011.
Con el retrato de Juan Pablo II detrás y un Rosario en el pecho, Floribeth Mora, relató a los periodistas su testimonio, luego de que el Papa Francisco firmara el decreto en que se reconoce la atribución del milagro que llevará a la canonización de Juan Pablo II: “Oí su voz que me decía: ¡Levántate, no tengas miedo!”.
“Yo tenía miedo, pero esa es mi parte humana, porque la fe siempre la he tenido. Tenía un miedo terrible a morir y dejar a mis hijos y a mi esposo. Pero siempre he sido muy creyente y tengo un profundo amor a Dios”, expuso Floribeth.
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Según su relato, pidió a Juan Pablo II que la ayudara a sanarse apenas recibió su diagnóstico, justo en la fecha en que el fallecido Papa era beatificado en la Plaza de San Pedro.
Pasados unos días después de su internación, los médicos confirmaron que el coágulo en el cerebro se había disuelto sin necesidad de tratamiento. Uno de los profesionales a cargo de su caso, Alejandro Vargas, señaló que nunca se encontró una explicación científica para la súbita mejoría.
Para Floribeth Mora, la razón es clara: Fue un regalo de Dios concedido por la intercesión de Juan Pablo II, a quien ella y su familia dedicaron plegarias y rezos del Rosario constantes durante su hospitalización.
Según señalaron los medios costarricenses, el caso llegó a oídos de la Arquidiócesis de San José, que luego lo elevó a las autoridades eclesiásticas en Roma. Desde allí se ordenó un proceso de recolección de información que permitiera convalidar el relato de Floribeth y confirmar que no existió, en principio, una causa científica para explicar el milagro.
Juan Pablo II, fallecido en el 2005, fue proclamado beato tras el reconocimiento del milagro en la monja francesa Marie Simon-Pierre, pero para su canonización era necesario que se comprobara un segundo milagro, como el de la curación de Floribeth Mora.
La canonización de Juan Pablo II, que se realizará junto con la canonización del Papa Juan XXIII, se realizará según ha adelantado el Papa Francisco, en la Solemnidad de Cristo Rey, en Noviembre de 2013, o más probablemente el segundo domingo de Pascua de 2014, fiesta de la Virgen de la Misericordia.
Oh Trinidad Santa, te damos gracias por haber concedido a la Iglesia al Beato Juan Pablo II y porque en él has reflejado la ternura de tu paternidad, la gloria de la Cruz de Cristo y el esplendor del Espíritu de Amor.
Él, confiando totalmente en tu infinita misericordia y en la maternal intercesión de María, nos ha mostrado una imagen viva de Jesús Buen Pastor, indicándonos la santidad, alto grado de la vida cristiana ordinaria, como camino para alcanzar la comunión eterna contigo.
Concédenos, por su intercesión, y si es tu voluntad, la gracia que imploramos, con la esperanza de que sea pronto incluido en el número de tus santos. Amén.
Padrenuestro, Avemaría, Gloria.
Se ruega comuniquen las gracias recibidas por medio de la intercesión del beato Juan Pablo II a esta dirección:
Vicariato de Roma
Plazza San Giovanni Laterano 6/A
00184 Roma
Italia
Web oficial: Juan Pablo II: Causa de beatificación y canonización.
email: postulazione.giovannipaoloii@vicariatusurbis.org
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La canonización de Juan Pablo II, que se realizará junto con la canonización del Papa Juan XXIII, se realizará según ha adelantado el Papa Francisco, en la Solemnidad de Cristo Rey, en Noviembre de 2013, o más probablemente el segundo domingo de Pascua de 2014, fiesta de la Virgen de la Misericordia.
ORACIÓN PARA IMPLORAR FAVORES
POR INTERCESIÓN DEL BEATO
JUAN PABLO II, PAPA
Oh Trinidad Santa, te damos gracias por haber concedido a la Iglesia al Beato Juan Pablo II y porque en él has reflejado la ternura de tu paternidad, la gloria de la Cruz de Cristo y el esplendor del Espíritu de Amor.Él, confiando totalmente en tu infinita misericordia y en la maternal intercesión de María, nos ha mostrado una imagen viva de Jesús Buen Pastor, indicándonos la santidad, alto grado de la vida cristiana ordinaria, como camino para alcanzar la comunión eterna contigo.
Concédenos, por su intercesión, y si es tu voluntad, la gracia que imploramos, con la esperanza de que sea pronto incluido en el número de tus santos. Amén.
Padrenuestro, Avemaría, Gloria.
Se ruega comuniquen las gracias recibidas por medio de la intercesión del beato Juan Pablo II a esta dirección:
Vicariato de Roma
Plazza San Giovanni Laterano 6/A
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Web oficial: Juan Pablo II: Causa de beatificación y canonización.
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La Aplicación Rosario con Juan Pablo II
Rosario con Juan Pablo II es una aplicación (App) que permite rezar el Santo Rosario guiado por la voz de Juan Pablo II en castellano. Al descargar la aplicación en el móvil o celular, posibilita rezar con Juan Pablo II a cualquier hora del día y en cualquier lugar.
La aplicación está bellamente ilustrada y señala los Misterios automáticamente según los días de la semana, con comentarios de Juan Pablo II sobre cada Misterio.
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jueves, 8 de agosto de 2013
Santo Domingo de Guzmán y el rezo del Rosario
Santo Domingo de Guzmán
Festividad: 8 de Agosto
Santo Domingo de Guzmán Garcés O.P.
Nació en Caleruega (España), en 1170. Eligió la vocación del sacerdocio y fundó la orden de Frailes Predicadores o Dominicos en 1217. Murió en Bolonia en 1221 y fue canonizado por Gregorio IX en 1234.
Una bella tradición: La historia de Santo Domingo y la Virgen María con el Rosario.
Existen hermosos relatos que pertenecen a la tradición de la Iglesia y que relacionan a Santo Domingo con la Virgen María y el Santo Rosario. Han pasado de generación en generación para enseñarnos cómo Dios se vale de su intercesora la Virgen para hacer que crezca en los hombres el fervor y el deseo de hacer Su Voluntad rezando el Rosario.
Sobre el Rosario, se cuenta la siguiente historia:
Viendo Santo Domingo que los crímenes de los hombres obstaculizaban la conversión de los albigenses, entró en un bosque y pasó en él tres días y tres noches en continua oración y penitencia.
Un día, se le apareció la Santísima Virgen acompañada de tres princesas del cielo y le dijo:
"¿Sabes tú, mi querido Domingo, de qué arma se ha servido la Santísima Trinidad para reformar el mundo?
- Oh, Señora, respondió él, vos lo sabéis mejor que yo, porque después de vuestro Hijo Jesucristo fuisteis el principal instrumento de nuestra salvación".
Santo Domingo contaba que veía a la Virgen sosteniendo en su mano un Rosario y que le enseñó a recitarlo; le dijo que lo predicara por todo el mundo, prometiéndole que muchos pecadores se convertirían y obtendrían abundantes gracias.
El Santo se levantó muy consolado y abrazado de celo por el bien de estos pueblos, entró en la Catedral y en ese momento sonaron las campanas (por intervención de los ángeles) para reunir a los habitantes.
Al principio de la predicación se levantó una espantosa tormenta, la tierra tembló, el sol se nubló y los repetidos truenos y relámpagos hicieron estremecer y palidecer a los oyentes.
La tormenta cesó al fin por las oraciones del Rosario de Santo Domingo. Continúo su discurso y explicó con tanto fervor y entusiasmo la excelencia del Santo Rosario, que los moradores le abrazaron casi todos, renunciando a sus errores, viéndose en poco tiempo, un gran cambio en la vida y costumbres de la ciudad.
Oración:
Oh Dios, que te dignaste iluminar a la Santa Iglesia
con los méritos y doctrina de Nuestro Bienaventurado Padre Domingo,
haz que por su intercesión nunca le falten los auxilios temporales,
y reciba siempre espirituales incrementos.
Por Cristo Señor nuestro. Amén.
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Festividad: 8 de Agosto
Santo Domingo de Guzmán Garcés O.P.
Nació en Caleruega (España), en 1170. Eligió la vocación del sacerdocio y fundó la orden de Frailes Predicadores o Dominicos en 1217. Murió en Bolonia en 1221 y fue canonizado por Gregorio IX en 1234.
Una bella tradición: La historia de Santo Domingo y la Virgen María con el Rosario.
Existen hermosos relatos que pertenecen a la tradición de la Iglesia y que relacionan a Santo Domingo con la Virgen María y el Santo Rosario. Han pasado de generación en generación para enseñarnos cómo Dios se vale de su intercesora la Virgen para hacer que crezca en los hombres el fervor y el deseo de hacer Su Voluntad rezando el Rosario.
Sobre el Rosario, se cuenta la siguiente historia:
Viendo Santo Domingo que los crímenes de los hombres obstaculizaban la conversión de los albigenses, entró en un bosque y pasó en él tres días y tres noches en continua oración y penitencia.
Un día, se le apareció la Santísima Virgen acompañada de tres princesas del cielo y le dijo:
"¿Sabes tú, mi querido Domingo, de qué arma se ha servido la Santísima Trinidad para reformar el mundo?
- Oh, Señora, respondió él, vos lo sabéis mejor que yo, porque después de vuestro Hijo Jesucristo fuisteis el principal instrumento de nuestra salvación".
Santo Domingo contaba que veía a la Virgen sosteniendo en su mano un Rosario y que le enseñó a recitarlo; le dijo que lo predicara por todo el mundo, prometiéndole que muchos pecadores se convertirían y obtendrían abundantes gracias.
El Santo se levantó muy consolado y abrazado de celo por el bien de estos pueblos, entró en la Catedral y en ese momento sonaron las campanas (por intervención de los ángeles) para reunir a los habitantes.
Al principio de la predicación se levantó una espantosa tormenta, la tierra tembló, el sol se nubló y los repetidos truenos y relámpagos hicieron estremecer y palidecer a los oyentes.
La tormenta cesó al fin por las oraciones del Rosario de Santo Domingo. Continúo su discurso y explicó con tanto fervor y entusiasmo la excelencia del Santo Rosario, que los moradores le abrazaron casi todos, renunciando a sus errores, viéndose en poco tiempo, un gran cambio en la vida y costumbres de la ciudad.
Oración:
Oh Dios, que te dignaste iluminar a la Santa Iglesia
con los méritos y doctrina de Nuestro Bienaventurado Padre Domingo,
haz que por su intercesión nunca le falten los auxilios temporales,
y reciba siempre espirituales incrementos.
Por Cristo Señor nuestro. Amén.
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